Bizkaia Bilbao Basket 92-Lagun Aro 86

bizkaia bb 92 -lagun aro 86

Jackson fuerza una prórroga milagrosa que Mumbrú aprovecha para finiquitar al Lagun Aro

Pocas veces se ha visto un partido tan perdido después de haber sido alumbrado con profusión de jolgorio y fuegos de artificio. Tardará tiempo, mucho, para que se reviva un final tan angustioso, tan dolorosamente feliz. No todos los días se van a alinear los astros guiando la bola lanzada a la desesperada. Que el discurso oficial se refiriera ayer a la suerte experimentada implica que el maestro pastelero fue generoso con la nata del postre. Viento en popa, el santo de cara, fue como rizar el rizo y hacer coincidir lo que el refrán apunta como imposible: tener la bota llena y la suegra borracha, con perdón para las mancilladas madres políticas. «¡Oh my God!». Referencias divinas en la voz de Aaron Jackson, él que busca ese tipo de ayudas con sus idas de última hora al vestuario para recogerse en solitario y orar. Un rezo exprés. Suya fue la genialidad que evitó la defunción. A él se debe el mérito puntual, la acción que hizo que el tiempo se relativizara tanto que los árbitros debieron constatar con las imágenes de televisión que aquello no había acabado, por el bien del espectáculo y la ambición del Bizkaia y en detrimento de no pocas paellas que ayer fueron ingeridas bien pasadas de punto.

Porque el base de Hartford cogió una bola que rodaba hacia su campo tras ser repelido por el aro un triple de Vasileiadis que imploraba el perdón. No se lo pensó. No podía. La jugada había quedado reducida a seis segundos. El Lagun Aro, que vencía 73-76, declinó hacer falta (única laguna táctica en la impecable interpretación del partido delineada por Pablo Laso) y concedió dos lanzamientos. El del griego, al hierro. Un rizoma de brazos emergió en pos del esférico. Que levante alguno el que esté libre de culpa en agarrones y empujones varios. La pelota que se escapa, supera a Mumbrú y Jackson echa el resto. La coge, se medio resbala y se vuelve. Javi Salgado se lanza sobre su presa, aparcados sus estelares momentos de emoción y furia, pero se pasa de ímpetu. Jackson lanza, suena la bocina, se ilumina el tablero y ¡zas!, la red engulle el envío. Los árbitros se miran. Les cuesta tragar. A la mesa, que para eso esta la moviola. Duros minutos en espera del veredicto. Mumbrú, experto cocinero, remueve la olla y hace que Miribilla vuelva a hervir. «Hiru, hiru», retumba el Bilbao Arena. Al cabo de una eternidad, tres pares de pulgares, índices y anulares apuntan al cielo. Vale el canastón. Homenaje al entrañable Juan José Castillo, el padre del «¡entró, entró!».

El Banic de siempre

En el olvido quedó un arranque demoledor de los de Katsikaris, quizá pecadores de soberbia al verse 23-8 en un pis-pas, claros dominadores gracias a una defensa brutal por efectividad. Con Banic siendo el de siempre, Warren repitiendo mate copero, Hervelle y Sonseca escenificando 'alley-hoops' y todo el grupo moviéndose con exquisitez en una suerte de coreografía, disfrazados en el domingo carnavalesco de presbíteros prestos a oficiar los responsos para el malogrado vecino, la sensación de paz que se vivió durante un cuarto de hora hizo que los locales sufrieran lo más parecido a una bajada de tensión. Tampoco recordaba ya nadie que entre Baron y Lorbek habían logrado un antídoto contra el mal de ojo absolutamente efectivo aplicado de tres en tres gotas.

Había tenido el Lagun Aro el derbi envuelto en papel de regalo, pero fue rácano con el celo. Dos tiros libres fallados por Miralles con 73-74 a falta de 27 segundos. Mal presagio foráneo. Luego llegó lo de Jackson y el pretendido paquete modélico perdió la forma y dejó ver su contenido. Le gustó al Bizkaia, imitó al Lagun Aro como experto en envoltorios, sólo que se destacó como botarate, que es como los americanos llaman a los derrochadores. Nada de adhesivos. Grapas, que ahora las hay con formas y colores hechiceros. El continente, indestructible. Blums probó la abrochadora, que diría Prigioni. Funcionaba perfectamente. Mumbrú asumió su condición de capataz. Tres meneos y el presente estaba listo para ser ofrecido a una afición local que lo vio tan mal que agradeció la segunda oportunidad brindada.

Los astros, los árbitros, los rivales y, por encima de todo, la tenacidad de los hombres de negro voltearon una situación inquietante. Habían ganado todos los compañeros de viaje del Bilbao Basket en la cordada continental y no era plan perder el paso, mucho menos ante las tres salidas consecutivas que aguardan al plantel de Katsikaris desde el jueves. Foto finish y al final vuelta de honor. Un peldaño más escalado. El Bizkaia ya es quinto.


RESUMEN BIZKAIA BILBAO BASKET-LAGUN ARO