Iker Muniain toma el mando

Iker Muniain emerge en su quinto partido como titular, mientras que el curso pasado se tuvo que conformar con cuatro titularidades

El navarro rompió al Getafe, con lo que reivindica su jerarquía

Se sabe la nueva joya de la corona. Es una etiqueta que luce desde el pasado curso. Entonces se trataba de un jugador insignia por el lado emotivo que aporta. O sea, un imberbe hecho en Lezama que con 16 años bate todos los registros y que ocasiona todo tipo de debates. Entonces, también, no gozaba de la continuidad que se entiende debe tener un jugador diferente, que pone sobre el césped esa majestuosidad propia de los que están tocados por una especie de divinidad.
Joaquín Caparrós le quiso refugiar de la vorágine mediática que le venía encima, pese a ganarse enemigos que reclamaban su titularidad sí o sí. Resulta que Iker Muniain compareció la campaña anterior en sólo cuatro encuentros de Liga como titular, lo que traumatizaba a los benefactores del chaval, en el que ven un mesías. Caparrós quizá ha tomado nota del clamor popular o ha esperado al momento en el que ha considerado que el adolescente ya estaba lo suficientemente cocinado como para degustar sus exquisiteces.

Sea como fuere, Muniain se convirtió ayer en uno de los grandes protagonistas de la victoria del Athletic, que conoce el filón que guarda el niño travieso de La Txantrea. Míchel, técnico del Getafe, también se olía que el navarro le podía jugar una mala jugarreta a su equipo. Al ex madridista le satisface este perfil de jugadores, descarados, amantes del buen gusto y decisivos cuando emergen.

Míchel intuía la titularidad de Muniain, aunque no supo desactivarla. Se lamentó de la inspiración del chaval, lo que no deja en buen lugar al técnico que debe aleccionar a sus pupilos para no sufrir semejante suplicio. Muniain dio ayer un nuevo salto de calidad. El dato es contundente. Ha comparecido, con sólo nueve jornadas recorridas, en cinco encuentros como titular, con lo que supera la estadística de toda la temporada anterior. "Está creciendo (un verbo muy recurrente en su discurso) partido a partido. Ya conoce a todos los rivales, lo que ayuda a la hora de intentar cosas, aunque hay que dejarlo tranquilo porque sólo tiene 17 años", afirmó Caparrós, prácticamente en un tono proteccionista.

mayor presencia Mallorca, Zaragoza y Getafe han hincado la rodilla en San Mamés de manera hasta descarada. En estos tres partidos, Iker Muniain ha formado en el once inicial rojiblanco, lo que delata una intención del entrenador, que no se va a tirar piedras a su propio tejado. Es decir, el navarro es una garantía a la hora de destrozar al rival por su banda, una virtudes que atesoraba también la temporada pasada, en la que se resignó a asumir un papel de revulsivo cuando la cosa pintaba mal para el Athletic. Y ya se sabe. En estos escenarios de urgencia, en poquísimas ocasiones suena la flauta.

Muniain se ha convertido en la alternativa en el interior izquierdo de Igor Gabilondo, que presume de un perfil diferente al del iruindarra. Gabilondo aporta otras cosas de las que quizá carece el benjamín de la casa. El de Añorga, que precisamente no tiene demasiado cartel mediático, da la impresión de no estar, pero está.

Muniain aún no ha mojado en siete partidos, mientas que Gabilondo lo ha hecho en cuatro ocasiones, dos menos que Fernando Llorente. Su cosecha, por tanto, tiene su lado meritorio, por lo extraño de tal abundancia y porque lo que haga un jugador de banda. Muniain es el niño travieso, Gabilondo, el hombre cumplidor.