La mala suerte de San José

El central intervino de forma directa en los dos goles de la Real: hizo el penalti y luego marcó en propia puerta

Mikel San José vivió un derbi amargo, una de esas noches en las que todo sale al revés. El Athletic empezó más o menos bien y entonces apareció el central, o su mala suerte, que le acompañó durante su vía crucis en Anoeta. Le abrazó con tanta fuerza que parecía que le iba a romper, protagonista involuntario de las dos jugadas clave del partido. En el minuto 24 tocó el balón con la mano y convirtió en penalti la primera jugada de peligro que creó una imprecisa y hasta temerosa Real Sociedad. Y luego, en la segunda mitad, marcó en propia puerta tras rematar un centro de Xabi Prieto. Buscaba una explicación a lo ocurrido, la lógica de un duelo que pasaba ante sus ojos, pero solo podía ver el desconsuelo en sus compañeros.

San José es uno de los indiscutibles para Joaquín Caparrós. Un nombre fijo en la pizarra de las alineaciones, el dueño del central derecho y pareja inseparable de Fernando Amorebieta. Lo ha jugado todo en lo que va de Liga, un registro sólo al alcance de Iraizoz e Iraola. Pero lleva unas cuantas jornadas un tanto irregulares, fruto de la mala suerte o de la inexperiencia a la hora de extirparla, y en el derbi no lo ha podido hacer peor.

El Athletic completó un partido horrendo y en ningún momento dio la sensación de poder con la Real, que no es gran cosa pero sabe lo que quiere y va a por ello. San José jugaba su primer derbi y no se podía ni imaginar que dos errores suyos condenarían al equipo. La peor de las pesadillas, que vivió despierto durante los 90 minutos -más propina- e incluso acabó de delantero centro cuando los rojiblancos buscaban el milagro a la desesperada. Quería expiar sus fallos con un tanto, reanimar a un enfermo con una botella de oxígeno que jamás llegó. No pudo conseguirlo y el navarro saboreó la amargura de una derrota que ha dolido mucho en el seno del club.

La Real no había hecho absolutamente nada y se encontró con un caramelo en el área de Iraizoz. Un centro desde la banda derecha -la vía por la que percutió toda la noche el conjunto donostiarra- fue rematado por Joseba Llorente y San José saltó con las manos levantadas. Penalti. Ramírez Domínguez no dudó ni un instante y señaló la pena máxima. El navarro trató de explicar al árbitro que no fue intencionada, que no hubo intencionalidad alguna, pero sus palabras se las llevó el viento. Xabi Prieto tuvo que repetir el lanzamiento por una 'paradinha'. Marcó las dos veces.

Ánimos de Iraola

San José apenas había tenido protagonismo y se encontró con una jugada que marcó el transcurso del derbi. Con el 1-0 no estaba nada perdido pero, tras el descanso, la mala suerte del navarro se reprodujo en toda su crudeza. Corría el minuto 49, recién descorchada la segunda mitad, cuando Xabi Prieto galopó por la banda derecha y puso un centro a Joseba Llorente. De nuevo emergió la figura del central rojiblanco, que interceptó el pase para mandarlo a la escuadra y prácticamente sentenciar el choque. No se lo podía creer, desolado, y la palmada de ánimo que le dio Iraola no le supo a nada. Era consciente de que acababa de sepultar las posibilidades de remontada de su equipo.

Mikel San José lleva varios partidos muy por debajo de su nivel y habrá que ver si Caparrós le pasa por el banquillo. Nada definitivo, una parada técnica para reflexionar y recuperar su mejor versión. Ayer, al margen de los dos fallos de bulto, se mostró inseguro y perdió la batalla con Joseba Llorente en más de una ocasión. Tampoco ayudó mucho Amorebieta, que sigue midiendo mal sus entradas y saca la guadaña con demasiada facilidad. La defensa es un coladero y ya son 25 los goles encajados en catorce partidos, un dato que solo lo empeora el Málaga (28). Una noche amarga para San José, protagonista de un derbi que jamás olvidará.