Cientos de aficionados pasaron la noche junto a las taquillas del estadio para hacerse hoy con una entrada

Las taquillas de 'La Catedral' fueron ayer un ir y venir constante de seguidores rojiblancos.
La afición ameniza su espera como puede

Un joven que lanza al cielo un diábolo al lado de su tienda de campaña, una mesa rodeada de cuatro personas que soporta un verde tapete con cartas, niños divirtiéndose con videoconsolas portátiles y, sobre todo, gente jugando al fútbol. Tan sólo fueron unos retazos de la estampa que ofrecieron los aficionados rojiblancos que querían comprar una entrada para poder ver el encuentro de Copa entre el Athletic y el Barcelona que se disputa mañana. La mayoría de ellos llegaba a medida que caía la noche, aunque hubo quienes madrugaron para asegurarse el asiento. No querían correr riesgos. Hubo quien, incluso, acudió a la ventanilla de 'La Catedral' el mismo domingo por la noche.

Carlos acudió al estadio a las ocho de la mañana, por lo que ya había tenido tiempo para preparar su improvisada cama: un gran cartón que compartió con sus cuatro amigos, que mataban las horas jugando a las cartas. Se mostraba más optimista respecto al encuentro que sobre sus posibilidades de hacerse con un billete para hoy. «El objetivo en el choque de ida era que nos marcaran el número mínimo de goles posible, y hemos llegado vivos a San Mamés. Así que imposible no es», decía. Aunque se mostraba preocupado por la larga cola formada por los socios barria. Y es que el club vendió ayer a ese grupo de seguidores algunas de las 1.122 entradas que ha puesto a la venta.

Sin embargo, sólo 164 de las localidades 'especiales' fueron a parar a la nueva familia del Athletic. Además, 200 socios cedieron su entrada, por lo que el número total de 'tickets' que se venderán hoy es de 1.158. Uno de los aspectos que generó disconformidad entre los trasnochadores fue el relativo a los precios de los billetes -cuestan 55 y 70 euros las preferencias y 100 y 110 las tribunas-. Fue el caso de Alain, que jugaba al fútbol con sus amigos. «Es verdad que es un partido de Copa contra el Barça, pero si llegamos a perder por cinco goles, seguro que las habrían puesto a 20», se quejaba.

Hubo algo que diferenció esta ocasión de otras semejantes junto a las taquillas. Prácticamente ninguno de los aficionados se había organizado para realizar turnos de espera. «El que quiera ver el partido tiene que venir aquí y hacer cola», advertía Mikel. Algunos se decantaron por la tienda de campaña. Otros, como Ramón, que llevaba allí desde las tres de la tarde, llevaron una silla de plástico para poder pasar la noche dormitando. Arkaitz y su amigo, por su parte, sólo llevaron una pequeña, un par de taburetes y una baraja de cartas. «No hemos traído ni silla ni tienda. Nos pasaremos la noche jugando», auguraba el primero. Y eso que el termómetro ya había empezado a bajar.

Remontada posible

Respecto al resultado, casi todos los presentes se mostraban optimistas. Los pocos culés que rodeaban el recinto bilbaíno parecían seguros de volver a Barcelona con la eliminatoria superada, mientras que los aficionados rojiblancos creían firmemente que la remontada era posible después de la igualada sin goles en el Camp Nou. Algo ha cambiado desde entonces. «Después del empate a cero allí, la eliminatoria está abierta. Todavía hay vidilla», admitía Almudena, que era una de las más próximas a la taquilla, por lo que confiaba en no quedarse sin localidad.

«Mañana (por hoy) no tengo nada que hacer, pero si lo tuviera, también vendría», señalaba Alain. «Yo estoy de vacaciones, pero si tuviera que ir a trabajar habría intentado venir. O al menos hablar con alguien para hacer turnos y llegar a un acuerdo», apuntaba Miren, que, como gran parte de sus compañeros, mostraba indiferencia por la entrada que podía adquirir -«la que haya»-. Lo cierto es que la mayoría de los aficionados no contaba con compromisos para el día de hoy, pero todos aseguraron que harían el esfuerzo por empujar a su equipo hasta los cuartos de final de la Copa.