Entrevista:Aitor Ocio

¿Qué sabor de boca deja sumar un punto en el suspiro final?

Hay días en los que no se puede ganar y empatar es positivo. Al final es sumar, lo que es importante tras la derrota ante el Deportivo. Fue in extremis, pero con la gran validez que aporta ese punto.

Un empate que llegó a balón parado, por lo que la estrategia volvió a sacar al Athletic del apuro.

Somos conscientes del potencial que tenemos en ese tipo de jugadas, sobre todo por la envergadura de los jugadores que ejecutan esas acciones. Es un punto fuerte que los demás equipos temen. Esa desconfianza del rival te da cierta ventaja. En el banquillo estaba convencido de que en uno de esos balones podía llegar el empate.

¿Tanto acusó el equipo el desgaste del encuentro de Copa ante el Barcelona?

Lo más lógico era que ese partido se hubiera jugado el domingo, pero a día de hoy los intereses son otros, más allá de los profesionales. El equipo trabajó mucho el miércoles, pero tras ese partido comenzamos un periodo de recuperación, en el que todos pusimos de nuestra parte para llegar lo mejor posible al encuentro en Málaga. El partido fue diferente al del miércoles, pero el profesional está capacitado para afrontar este tipo de situaciones.

Caparrós tiró de rotaciones en busca supuestamente de dotar de frescura al colectivo.

Él decidió un once, el que consideraba más apropiado para intentar ganar al Málaga.

Un once en el que prescindió de usted, lo que sorprendió a propios y extraños. ¿Cómo encajó su suplencia?

Con la serenidad que da la experiencia y mis años. Hay fases en las que por circunstancias un jugador juega en cada momento y ocasión, y otras en las que estás a expensas de lo pueda decidir el entrenador. Mi responsabilidad, que es la que asumo todos los días, es la de entrenar y estar preparado para cuando tenga la ocasión de jugar.

Eso es lo políticamente correcto, pero se entiende que el futbolista es egoísta.

No estoy utilizando un tópico, sino que lo digo con la máxima honestidad. He pasado los peores quince meses de mi carrera y desde mi operación de hombro he sufrido un calvario. Igual alguien piensa que esto es una pose, pero estoy convencido de que estar entrenando desde hace varias semanas, disputar varios minutos y demostrarme que estoy bien es lo importante. Hay un máximo responsable que tiene que tomar decisiones y la mía es la de entrenar. En otro momento de mi carrera me hubiera costado más digerir esta situación y la habría tomado de otra manera, siempre desde el máximo respeto al míster.

Hace mención a su calvario de quince meses. ¿Se arrepiente de haber pasado por el quirófano?

No me quedaba más remedio. Desde mis años en el Sevilla se contempló esa posibilidad. Le consultamos a Mikel Sánchez y él mismo planteaba otras alternativas conservadoras, pero llegó un momento donde no era posible entrenar ni hacer una vida normal. Sabíamos que era una operación que no iba a ser fácil para corregir una lesión que se había degenerado con el paso del tiempo y que corría un riesgo.

"Lleva año y medio sin jugar dos partidos seguidos", justificó Joaquín Caparrós su ausencia en La Rosaleda. ¿Quiere decir, por tanto, que usted no está al nivel idóneo físicamente?

Es su opinión, totalmente respetable. En un momento dado puedes acusar la falta de ritmo, pero considero que estoy capacitado para aguantar ese esfuerzo. Creo que he hecho partidos igual de no tan afortunados o similares al de Levante en años anteriores y no se han achacado a mi edad o a mi falta de ritmo, sino que las cosas a veces no salen como uno quiere y no son consecuencia directas de un determinado factor. Estaba preparado para jugar y entiendo que el míster piense que otro compañero lo pueda hacer mejor.

Que suena a contradicción, cuando por norma un jugador necesita minutos para coger la onda.

Es su explicación a una pregunta. Yo vivo el presente, sobre todo cuando estás en esta situación. Lo del sábado es pasado, lo del miércoles es aún más pasado, y lo mío es entrenar día a día.

Lo cierto es que Caparrós apostó en La Rosaleda por Borja Ekiza, del Bilbao Athletic. ¿No puede dar pie a otra lectura?

La experiencia dice que meterte en la cabeza de otros te hace equivocarte y valoras cosas que no están en tu área de influencia. Yo puedo actuar en mi faceta, que es entrenar día a día y estar en condiciones. Igual que el miércoles ante el Barça pensó que yo debía jugar, en Málaga pensó en otro compañero.

Se lo pregunto porque puede dar la impresión de que se esté preparando su salida del Athletic.

Soy consciente de que estoy acabando mi contrato, pero mi compromiso con el Athletic es máximo. No estoy jugando en cualquier club, sino que lo estoy haciendo en el club de mi vida. El 30 de junio acaba mi vinculación contractual y hasta ese momento daré todo lo que tengo como lo hecho hasta ahora. Habrá gente que no lo entienda o no le guste.

La defensa ha estado en el disparadero cuando las cosas no han salido bien. ¿Se sienten las cabezas de turco en estos escenarios?

Todos tenemos una responsabilidad y la tenemos que asumir. Cuando las cosas no salen bien, las tienes que aceptar, independientemente de las críticas que puedan llegar desde el exterior. Yo soy muy autocrítico conmigo y buscas soluciones para mejorar. Hay críticas que a veces duelen, cuando ante el Levante se trató de la misma defensa que jugó ante el Barça. Hay días que tenemos un porcentaje alto de acierto y en otros desafortunadamente no es así.