Regal Barcelona 74 - 67 Bizkaia Bilbao Basket (Final ACB 2 partido)

Regal Barcelona 74 - 67 Bizkaia Bilbao Basket (Final ACB 2 partido)

Una bala malgastada. Es la sensación que queda del segundo partido de la final, en el que el Bizkaia hizo muchas cosas bien, pero con ingredientes distintos a los habituales. Le metió el miedo en el cuerpo a un Barcelona con molestos síntomas de suficiencia. La soberbia de algunos de sus jugadores bien merecería que la serie se prolongara hasta sus últimas consecuencias. Su calidad, por otra parte, es la que dictó sentencia. Con los de Miribilla desmelenados, furibundos, inyectados en sangre en la recta final, los quilates de Lorbek y Navarro evitaron el síncope culé. Se le pudo dar un disgusto al favorito, pero el collar que le quiso colocar el Bilbao Basket tenía varias cuentas sueltas, desprendidas del hilo, de la dinámica del equipo.

Para intentar el doble mortal con tirabuzón, Katsikaris tuvo que apelar a equilibristas distintos de los anunciados con mayor tamaño en el cartel de la función. Sin Jackson, ni Warren, ni Vasileiadis -éste sólo surgió a tiempo en el último parcial- resulta casi imposible la misión de repetir la gesta. Un inesperado miedo a mirar el aro desde la lejanía propició el enredo. Pases de más, prolongaciones de los ataques que acabaron invariablemente presionados por la cercanía del final de la posesión, si no cercenados por la desventaja con que salieron de las manos decenas de balones sin el marchamo de la confianza del remitente. En el perímetro asomaba la marca de la clave del enigma. No la vieron los moradores del volcán Miribilla. Eso y la tarde aciaga de un Marko Banic que no acaba de despojarse de la autoflagelación mental en las grandes citas, contribuyeron a que el proyectil no diera en la diana.

Cambiaron los hombres de negro en su planteamiento. Convirtieron la zona en un alarde secundario, que le dio excelentes frutos cuando se acercaba la hora del juicio final. A pelo, cuerpo a cuerpo, con ayudas sin conceder ventajas en los cambios de marca. El partido llevaba camino de la racanería, lo que era mala señal para quien menos grano tiene en el silo. La intervención arbitral, que merece capítulo aparte, fue un asidero para el Barça. Los números cantan. El parcial se lo llevaron los de Katsikaris 9-10 contabilizadas sólo las canastas de campo. Volverían a apuntarse el tercero (6-7) y, por supuesto, el cuarto (10-18). El duelo nació de pie, con el Bizkaia como dominador de los espacios aéreos. Quién lo iba a suponer después de lo visto el jueves. Esmerados en la lucha por el rebote, los tocados por la hoja de roble cedían mucho terreno en el acierto. Nerviosos para culminar los ataques e inestables desde la línea de castigo. 5 de 10 en la escala triplista local por 2 de 11 de los visitantes. 7 de 9 en la suma punto a punto por 7 de 14. Al descanso, se había pagado un doble precio. La calidad blaugrana contó con seis minutos estelares, de esos en los que ponga a quien ponga Pascual, nadie le decepciona. Ni los habituales (Navarro, Anderson o Fran Vázquez), ni los secundarios (Joe Ingles se apuntó al reparto de los minutos de gloria).

Parecía despuntar el favorito. Amagaba con imponer la ley marcial en su vetusto Palau. Lo intentaban Fisher y Blums, los mejores exteriores, por regularidad y criterio. Ensartaron sendos triples que Morris atenuó en casi lo único productivo que hizo. Bueno, luego se encargó de liarla en el túnel de vestuarios y en la calle. Tics de soberbia en los locales y la afición blaugrana. Clamor en la pista, sones que se proyectaban para gloria del campeón. Olvidaron un detalle. Quedaba medio partido y sobre el parqué rabiaba un conjunto desestructurado, pero herido en su orgullo y con sobredosis de amor propio.

Una réplica

La reanudación fue una réplica del primer cuarto. Defensas invasivas, arbitraje demoledor para los intereses vizcaínos y falta de valentía o algo similar en ataque. El Barcelona se quedó en cuatro canastas de dos, aliñadas con la consiguiente ración, no podía faltar, de tiros libres. El día en que los que dirigen silbato en ristre tengan los arrestos (porque lo deben ver como los demás mortales) para pitar los pasos constantes de salida de Navarro y descontar de las ayer nueve faltas cobradas por el crack, que lo es, las que se basan en el Método Stanislavski, todo será más justo.

Se lanzó a tumba abierta el Bizkaia, a la desesperada. Vasileiadis encontró por fin el duende y en los cuellos de los culés se percibían dos protuberancias que antes no estaban ahí. Pero Lorbek y, cómo no, Navarro, las extirparon. Munición defectuosa en el polvorín de Miribilla. Cuando todo está en contra, no pueden echarse en falta los valores seguros. Algunos siguen sin aparecer. Aún hay tiempo.


RESUMEN SEGUNDO PARTIDO FINAL ACB REGAL BARCELONA-BIZKAIA BILBAO BASKET