El Athletic descubrió hace cinco años a Javi Martínez en un partido que el juvenil de Osasuna disputó contra el Santutxu en Maiona

Aquella mañana del 18 de septiembre de 2005, Txema Noriega, por entonces coordinador general de Lezama, y sus estrechos colaboradores no cabían de asombro. Esa mañana se frotaron los ojos una y otra vez. "¿Quién es ese larguirucho? Es una máquina". La expresión sonó fuerte. Brotó de lo más profundo del corazón de uno de los colaboradores de Noriega, que se acercó al campo de Maiona, en Santutxu, para presenciar en directo el encuentro que medían al Danok Bat y Osasuna, correspondiente a la tercera jornada de aquella Liga de División de Honor juvenil. "Encontramos una perla, caída del cielo", subraya ese responsable de la factoría rojiblanca que prefiere mantenerse en el anonimato.

El Athletic, entonces, activó su maquinaria en el deseo de no dejar escapar a semejante diamante. "Lo tenía todo, envergadura, técnica, poderío, descaro...". La sorpresa inicial pasó a una percepción que atrapó a los responsables de Lezama. La consigna fue contundente: había que ir a por él. El conjunto rojiblanco ya había consumado meses atrás una nueva política hacia Osasuna bajo el mandato de Fernando Lamikiz. Los fichajes de Ismael López y Javier Eraso, dos cadetes rojillos, marcaron un antes y un después. Se entró en Tajonar, con lo que dejaban de ser objetivos únicamente jugadores del primer equipo de Osasuna.

"Sabíamos que en ningún caso podríamos traer gratis a Javi Martínez", revela uno de sus descubridores, quien añade que, desde aquel "bendito partido" en Maiona, el Athletic le hizo un seguimiento exhaustivo. Félix Burgui, responsable de captación en el área de Iruñea, ya disponía de buenísimos informes de ese larguirucho y fue el encargado de "hacer ese primer trabajo bajo cuerda".

Es decir, el caso llegó al mismo despacho de Fernando Lamikiz, que manejó las diferentes opiniones dentro de su Junta Directiva y en la cúpula de Lezama. Las negociaciones se llevaron en el más profundo secretismo. "No podíamos permitirnos ninguna vía de escape. Bastante delicadas estaban las relaciones con Osasuna como para...", se detiene en su explicación este excargo de la factoría rojiblanca, donde se toparon con una nueva sorpresa: Javi es hermano de Álvaro Martínez, que abandonó Lezama en el verano de 2001 prácticamente por la puerta de atrás, después de que se le hubiera cerrado toda opción de subir al primer equipo.

sentimiento rojiblanco "Podíamos temer un cierto resentimiento en su familia. Pero nos encontramos con todo lo contrario. Se trataba de una familia con sentimiento Athletic", matiza el mismo interlocutor, que siguió muy de cerca los contactos con los progenitores de Javi Martínez, que, después de muchísimas conversaciones, dieron el visto bueno al Athletic, que tuvo, eso sí, que pasar por caja: seis millones de euros por un chaval de 17 años que aún no había debutado en Primera División.

Lamikiz asumió el riesgo. "Fue una de las decisiones más rápidas que tomó. Fernando (Lamikiz) se la jugaba. Y el riesgo mereció la pena. Se le achaca (en referencia al ex presidente del Athletic) algunos errores, como en el caso de Iban Zubiaurre, pero también hay que destacar los aciertos en un momento delicado deportivamente y con una inversión económica muy fuerte", sentencia este excargo de Lezama.

Cinco años después de aquel encuentro en Maiona (Osasuna se impuso al Danok Bat por un ajustado 1-2), Javi Martínez se ha convertido en una de las máximas referencias y en uno de las garantías de futuro de este Athletic. "Si aquella mañana estábamos 200 personas en Maiona, todos coincidíamos en que ese larguirucho era el mejor".